Actualmente, uno de los problemas más serios a los que se enfrenta la población mundial es el peligro de incendios forestales y la desertización. Este problema nos afecta a todos, pero no todos podemos gestionarlo más allá de ser cautos y responsables, evitando riesgos de incendio.
Por otro lado, encontramos actores que tienen en sus manos intervenir en este tema.
Están las personas que habitan el medio natural o forestal y que, con su trabajo y vida, cuidan, promueven o deterioran este medio.
También están las personas que legislan este medio, determinando el tipo de prácticas posibles y los cauces para prevenir y extinguir incendios (subcontratas de empresas financiadas con dinero público en muchos casos).
Además, existe la legislación que afecta al aprovechamiento de estos suelos (certificaciones urbanísticas que afectan a la revalorización de estos suelos y al tipo de uso que se hace de ellos).
Es imperativo entender que el problema más serio respecto a este tema radica en el hecho de que vastas zonas de terreno han dejado de ser explotadas a través de la ganadería extensiva, agricultura y aprovechamiento doméstico de sus recursos (leña, frutos, pastos, etc.).
Esto se debe a un movimiento migratorio promovido a principios de la era industrial, en el que se abandonó gran parte del mundo rural en España y en el resto de Europa.
Además, las políticas y leyes que fortalecen el comercio a través del mercado único reducen la capacidad de acción y autoabastecimiento del mundo rural, debilitándolo.
Esto se ve reflejado también en las políticas agrarias europeas (P.A.C.), que reducen el beneficio agrícola y hacen a este sector dependiente de ayudas económicas estatales y europeas a cambio de aceptar normas de uso y cultivo.
Todo esto nos lleva rápidamente a un mundo rural en el que los grandes propietarios son los beneficiarios, y el pequeño agricultor está condenado a malvivir de subvenciones y a malvender sus productos, abandonando finalmente el medio.
A su vez, estos territorios (bosques, montañas, valles, fincas, lindes, cauces de ríos, etc.) dejados a su suerte y con una política cada vez más restrictiva para los habitantes de la zona, comienzan a crecer descontroladamente, produciendo una masa forestal densa e imparable en caso de combustión.
No solo los incendios son el único mal que afecta a estos terrenos; desde nuestra alimentación hasta el aire que respiramos, otros problemas como las riadas, inundaciones, desertización o la pérdida de biodiversidad también se deben al hecho de que el mercado único y sus normas convierten nuestros entornos naturales en el fondo de las fotos de Instagram, y en el caso de algunos privilegiados, en su finca de recreo.
Luego están los superprivilegiados que, respaldados por todo tipo de subvenciones, contribuyen al deterioro a través de prácticas abusivas con la naturaleza y el ser humano (Abelló, los Duques de Alba, Conde Lequio, Felipe González, entre otros macropropietarios en diversos sectores agrícolas y ganaderos).
Hace algún tiempo, la WWF, organización dedicada al cuidado del planeta (con inversores como Coca Cola y otras multinacionales), organizó una rueda de prensa en la zona de Cáceres para presentar una asociación local de propietarios que se organiza para combatir y prevenir los incendios. En este contexto, la persona contratada para educar a dicha asociación sobre este tema se puso en contacto con nosotros, reconociendo el importante papel de los agricultores y ganaderos en esta problemática, para que representáramos ese sector en la rueda de prensa.
Debido a que mi visión personal de este tema no incluye a los participantes de esta asociación (propietarios de fincas no residentes en ellas), sino que creo que es un problema que se debe solucionar ocupando las áreas despobladas y dándoles uso, mantuve una conversación extensa sobre el tema con dicho técnico. Él estuvo de acuerdo y, con interés por su parte, participé en la rueda de prensa representando mi punto de vista como técnico forestal.
Fue durante la rueda de prensa cuando una representante de la organización WWF me instó a abandonar el lugar sin expresar ninguna de mis ideas, argumentando que su organización no podía ser relacionada con el cultivo de cannabis. Me emplazó a una posible cita futura para conocer mejor nuestra labor en el campo de la agricultura. Sin embargo, dicha cita no ha llegado ni llegará. No se trata solo del cannabis, sino también de exponer una visión crítica de la administración, los propietarios del terreno, el tipo de prácticas que se llevan a cabo y las políticas que legislan y determinan nuestras vidas.
Por mi parte, sabiendo que este acontecimiento coincidía con la supervisión de la Comunidad Europea sobre el gasto de sus ayudas para la prevención de incendios en los países miembros y viendo el acogimiento mediático que tuvo la rueda de prensa de una asociación local en Cáceres, me puse en contacto con medios de comunicación alternativos.
Denuncié la situación insostenible respecto al tema de la prevención de incendios y la hipocresía existente en este tema, desde la administración hasta las organizaciones por la defensa del medio, los medios de comunicación, los legisladores, las empresas de prevención y extinción, y un largo etcétera que cualquier persona que habite y viva del medio rural puede descifrar.
Por supuesto, nunca hubo respuesta alguna por parte de ningún medio.
Declaración en WWF. Carta a los medios.